La autoestima es la capacidad desarrollable de experimentar la existencia, conscientes de nuestro potencial y de nuestras necesidades reales, de amarnos, de confiar en nosotros para lograr nuestros objetivos, independientemente de las limitaciones que podamos tener o de las circunstancias externas generadas por los distintos contextos en los que nos desenvolvemos.
Muchas personas tienen autoestima baja y afirman que tienen tantos problemas que no pueden salir adelante y lograr colocar sus vidas al nivel en el que desearían tenerla. Es cierto, que no todos cuentan con las mismas oportunidades, la misma preparación intelectual, ni la misma base económica, sin embargo, también es conveniente aclarar, que podemos encontrar los recursos necesarios para poder hacer frente de una manera más adecuada a dichas situaciones.
Cuando nacemos todo estímulo externo influye en nosotros y nos va creando una impresión emocional que influirá en nuestros comportamientos futuros. Nuestros padres y otras figuras de autoridad, son piezas claves para el desarrollo de nuestra autoestima. Dependiendo de los mensajes recibidos, reflejará como espejo lo que piensan de nosotros y asumiremos que somos un ser apto, sano, atractivo, inteligente, valioso, capaz, digno, respetado, amado y apoyado o, por el contrario, como alguien enfermo, feo, ignorante, desvalorizado, incapaz, indigno, no respetado, odiado y abandonado. La forma como nos traten definirá la forma como nos trataremos, porque esa es la que consideraremos como la más normal.
El proyecto de vida propio se asienta en las consecuencias inmediatas de la autoestima. El proyecto o plan de vida es como el crédito que nos damos para vivir y usar nuestras posibilidades.
El plan de vida es saber en qué me interesa dedicar mi tiempo, qué tengo que hacer hoy según la meta que persigo, me orienta y da sentido a mi esfuerzo.
Podemos recordar lo que dice “El Principito”: “Todo recto, no se puede ir muy lejos”.
Y es así. Un plan viable ha de ser flexible, tenemos de aprender a hacer regates, (que no trampas) en la vida, tenemos que aprender a caminar en zigzag, a sabiendas de adónde vamos y qué queremos conseguir.
- Qué quiero, en función de mis intereses y aficiones.
- Qué me conviene, en base al aprecio y al respeto que tengo por mí.
- Qué puedo, conseguir según mis competencias, habilidades y formación.
Son tres condiciones sencillas para esbozar un plan que se tendrá que revisar todos los días, con objeto de acelerar o frenar la marcha, fijarse un objetivo más ambicioso o más modesto, recurrir a estos medios o pedir tal o cual ayuda, contar con estas personas o aquellas.
Por otra parte, el plan de vida es un generador de estabilidad, que repercute en:
- La seguridad y confianza en la propia persona.
- La eficacia en las tareas.
- La cultura del logro.
En cuanto a los tiempos, es suficiente anticipar, con una cierta precisión, el logro a conseguir la semana que viene y, con mayor amplitud, los objetivos a alcanzar dentro de un mes o un año. Es todo cuanto necesitamos para comenzar el camino, aunque desconozcamos todo lo demás.
José Manuel Reina Galán
RG Psicólogo